La sordera en cuanto deficiencia,
se refiere a la pérdida o anormalidad de una función anatómica y/o
fisiológica del sistema auditivo, y tiene su consecuencia inmediata en
una discapacidad para oír, lo que implica un déficit en el acceso al lenguaje oral.
Partiendo de que la audición es la vía
principal a través de la que se desarrolla el lenguaje y el habla,
debemos tener presente que cualquier transtorno en la percepción
auditiva del niño, a edades tempranas, va a afectar a su desarrollo
lingüístico y comunicativo, a sus procesos cognitivos y,
consecuentemente, a su posterior integración escolar, social y laboral
(FIAPAS, 1990).
Dependiendo del momento de aparición, del tipo y del grado de las mismas las perdidas auditivas pueden ser:
Según el momento de adquisición:
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sordera prelocutiva: la pérdida auditiva está presente antes de que se haya desarrollado el lenguaje, y
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sordera postlocutiva: la pérdida auditiva aparece cuando ya existe lenguaje.
Según la localización de la lesión:
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de conducción o de transmisión: presentan alteraciones en la transmisión del sonido a través del oído externo y medio.
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de percepción o neurosensorial: son debida a lesiones en el oído interno o en la vía nerviosa auditiva.
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mixta: la causa es conductiva y de percepción.
Según el grado de pérdida auditiva:
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pérdidas leves: el umbral de audición está situado entre (20 y 40 dB)
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pérdidas medias: la pérdida auditiva se encuentra entre (41 y 70 dB)
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pérdidas severas: la pérdida auditiva se sitúa entre los (71 y 90 dB)
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pérdidas profundas: en este caso la pérdida auditiva supera los 90 dB y se sitúa entre (91-100 dB).Fuente: www.fiapas.es